Todo parte de un encuentro casual o, ¿quién sabe?, quizá no tan casual en los alrededores del Greenwich Village neoyorquino, ya de noche. Un encuentro de dos extranjeros -extranjeros no sólo en relación con Manhattan y con los EE.UU., sino también el uno para el otro-. En efecto: ambos acaban descubriendo que proceden del mismo país, pero esta coincidencia, en vez de acercarlos, los aleja definitivamente. De todos modos, antes hay un largo paseo hacia Times Square durante el cual se desarrolla una convesación no tan inconexa y arbitraria como en principio pudiera parecer, ya que se deriva de las extravantes obsesiones y creencias del caminante que se convierte en el protagonista principal de la historia, y un relato en el que éste da a conocer una etapa de su vida aún reciente y para él decisiva, y un final del paseo desembocando, no precisamente en Times Square, sino en una prolongación de la noche a cargo de un tren fantástico y de una no menos fantástica ciudad.