La creación en 1966 del Museo de Arte Abstracto Español en las Casas Colgadas del siglo XV en Cuenca es un capítulo fascinante y único de nuestra historia cultural. La fe pionera de Fernando Zóbel en los artistas abstractos se materializó en un espacio insólito que pronto tuvo un enorme eco internacional y suscitó elogios como el de Alfred H. Barr, primer director del MoMA de New York, que da título a este libro.
El joven museo, nacido de la iniciativa personal de un artista, creó un espacio de libertad independiente del régimen político, reafirmó a todo una generación de pintores y escultores, preparó a las más jóvenes y produjo todo un público nuevo en un país que non contaría con museos de arte contemporáneo hasta después de su transición democrática, más de veinte años después de aquella aventura única y original.