Estimado lector, es mi deseo invitarle a mi buhardilla. No es un lugar espacioso, pero lo he decorado con nobles maderas auténticas y resistentes. Bajo una luz tenue y acogedora dispondrá de un cómodo butacón de cojines ahuecados y sitio para estirar las piernas.
No tenga prisa, en la buhardilla siempre hay un rincón donde encontrar una imagen inspiradora o un relato inquietante que sugiera conversaciones o debates a través de caminos sinuosos e ignotos.
Le advierto, eso sí, que la buhardilla tiene sombras. Tantas que aún no he podido explorarlas todas, pero estoy seguro de que Usted será un magnífico acompañante, si ese es su gusto.
Dicho queda.