«He intuido, al leer sobrevivir al hábitat, una entonación y una cadencia especiales. Los poemas se leen y toman cuerpo y forma en el lector, pero no se explican, son. Extraordinariamente intensos y breves, y no por ello fugaces, estos vienen con vida propia.
Mucho se diferencia nuestra poeta de otros poetas de su generación. En la contención expresiva, en el juego elíptico, en la capacidad para mostrarse hermética pero comprensible. Nos encontramos ante una poesía intuitiva e imaginativa, que huye deliberadamente del estilo pomposo y del énfasis retórico, pero también del lenguaje directo y experiencial. Por encima de todo está el deseo de condensar y de apartar un poco el lastre de la circunstancia. Cierto sentido de contemplación, con el punto de anclaje en lo cotidiano. Una mirada cimentada en la reflexión existencial y en unos pocos pero más que suficientes simbolismos.
El hecho poético es, en sí, una construcción paradójica: debe completarse a oscuras, debe oscurecerse mientras se aclara. Cada poema es un despertar a lo soñado y, al mismo tiempo, a la perplejidad de lo real. Cada poema como una toma de conciencia. Esencia y verdad; eso hay aquí. Inspiración y realidad.» [Aitor Francos]