Hans Feuermann, un especialista en cine de avanzada edad, cruza sus caminos con Terry McKay, una joven aspirante a crítica con problemas mentales, y de ahí surge una intriga trepidante y laberíntica, que se desarrolla en los misteriosos universos de los festivales de cine y el mundo editorial, y que al final gira alrededor de la publicación de un libro que puede que sea este que ahora tú, lector o lectora, tienes entre las manos.
La trama queda oculta, como en las mejores novelas modernas, pero salen a la superficie algunas preguntas sin respuesta que afectan tanto a la naturaleza del cine como a la naturaleza del tiempo: ¿por qué nos hemos empeñado en contar la historia del cine en un sentido lineal y progresivo, cuando todos sabemos que las películas más bien se amontonan y confunden en nuestro recuerdo? Y es más: ¿se puede pensar en abolir esa historia, o imaginar una antihistoria, para demostrar que son las películas que aún no hemos visto las que influirán decisivamente a la hora de reinventar las que vimos en nuestra infancia? ¿Será todo un folio en blanco que aún está por escribir, el mismo que sobrevuela la trama que dio lugar a la investigación?
Pues no otra cosa son, tampoco, los distintos capítulos que forman el libro, escritos por algunos de los mejores especialistas en la cuestión y finalmente seleccionados por un «coordinador» que es más bien un convidado de piedra. La indagación a veces más académica que otras, siempre atrevida y apasionante se desplaza incansablemente desde la frágil memoria del cine que vimos de niños a nuestro deambular actual por los museos en busca de más imágenes en movimiento para dar lugar, en fin, a una «figura en el tapiz»: la que imaginó Henry James y recuerda uno de los colaboradores del volumen, una subtrama escondida en la que el fin del antropoceno y los perros-actores muertos por poner dos ejemplos señeros adquieren un sorprendente protagonismo.